lunes, 9 de septiembre de 2013

Gobedanos versus Ciudadanos con motivo de la corrupción en los partidos

(Nota: Este blog debe ser entendido como el desarrollo y presentación de una idea, por ello, si es la primera vez que lee sobre Democracia Participativa Gobedana, le recomiendo comenzar por la primera página del blog y continuar desde allí)

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Aunque no es costumbre en este blog correr tras la última noticia del teletipo, no he podido resistir la tentación de aprovechar la atención que se está dando a la corrupción de los partidos estos días, para comparar la manera tan distinta en que se puede afrontar el problema desde la perspectiva de un ciudadano o desde la de un gobedano. En otras palabras no puedo dejar de intentar seducirle, para que se sienta tentado a meterse dentro de la piel de un gobedano del futuro. Cuando un ciudadano se deprime y se entrega al desánimo, con el feo asunto de la corrupción en el seno de los partidos, un gobedano vería, la gran oportunidad de mejorar las cosas.
El problema de los ciudadanos es que se creen que el sistema actual es el sumun de la perfección y que no se puede mejorar sustancialmente de manera que cuando ve que a pesar de que todas las instituciones y las leyes son perfectas y, aún así, le crecen los ladrones por todas partes, sólo le queda pensar que los seres humanos no están a la altura de la democracia y todo lo que se le ocurre es que hay que “educar a la gente en valores” y aumentar los castigos a los infractores. En cuanto a los militantes o se borran del partido asqueados y decepcionados o se consuelan con lo del “y tú más” que a estas alturas ni siquiera es consuelo de tontos. Todo lo más que sueña el frustrado ciudadano sea o no militante es que, ya que vive en una Democracia Representativa Ciudadana, venga en un futuro un líder alguien puro y sin doblez en el que puedan confiar. Es algo muy infantil, pero es lo que en el fondo esperan ¿qué otra cosa puede esperar un ciudadano si está al margen de  todas las decisiones? salvo la decisión del voto cuatrienal, en el que se le obliga a entregar un cheque en blanco y renunciar a toda soberanía y control de la  misma. Con todo hay quien no se da por escarmentado y pone su confianza ciega en algún nuevo partido, como si una vez que sus dirigentes “toquen” el poder no fuesen a sucumbir a la tentación de apropiarse de lo que es de todos. 
Por contraste un gobedano, sin disculpar la parte de responsabilidad que tienen las personas concretas tras los delitos, es consciente de que la corrupción política es inevitable, ya que los partidos tienen un enorme poder y este está sin control democrático del ciudadano ni tan siquiera de los militantes. No en balde son los que preparan el menú de candidatos de forma que los partidos son los que presentan las opciones de voto a los ciudadanos y quienes realmente deciden quienes gobernarán el país tras las elecciones. O gobierna su candidato o gobierna el de la oposición, solo queda abierto si lo hará solo o en coalición, no hay más posibilidades. También sucede, como decía, que este enorme poder está fuera de todo control de la ciudadanía, ni tan siquiera lo controlan los militantes, sino que gracias a un sistema de elección ademocrático, muy parecido a como se organizaba el partido comunista soviético y no exagero, un grupo endogámico es capaz de mantenerse en el poder por décadas, sólo así se explica cómo en el PP han podido con toda impunidad mantener un  sistema institucionalizado de reparto de mordidas, sin que trascendiese al exterior, o como en el PSOE han logrado sin ningún pudor repartirse el dinero público en Andalucía. Esto sólo es posible por la falta de democracia interna en los partidos ¿O cree que esto no hubiese salido a la luz mucho antes en el caso de que dos o más listas compitieran por el cargo de secretario general y fuesen los militantes con sus votos los que lo decidiesen? En la actualidad, sucede que los cargos de Secretario General en los partidos se heredan. Rubalcaba lo heredó de Zapatero, y Rajoy de Aznar al que a su vez designó Fraga. Luego una vez instalados en el poder montan un paripé de congreso que confirma la designación. Por supuesto los delegados saben perfectamente que de no votar a favor sus propios cargos estarían en el aire. Y aún, en el caso de Zapatero, elegido en un congreso abierto, se trató de una elección de representantes, al margen de los militantes, donde más del 60% de los que votaban eran cargos públicos y el resto cargos del partido en su mayoría, lo que en la práctica significa que terminaban dando su voto a aquel candidato que les diese más garantías de continuar en su puesto, y su voto respondía, por tanto, a intereses personales. La única vez en España que se le ha pedido su opinión a los militantes de manera directa, fue en el caso de unas primarias en la que salió elegido J. Borrell como candidato del PSOE a las elecciones generales, pero como no era el candidato oficial, el Secretario General por designación de F. Gonzalez, un tal Almunia ahora eurodiputado y Comisario de la Competencia, los fontaneros del partido se las ingeniaron para implicar a J. Borrel en un escándalo de los que por entonces tenía abierto el PSOE y le obligaron a renunciar a pesar de haber ganado por abrumadora mayoría;. Almunia fue finalmente el candidato ¡faltaría más! jaja. Y es que los partidos actuales, tal como los conocemos, no pueden sobrevivir con reglas democráticas, por paradójico que resulte. Y si cree que no hay una casta enquistada en los partidos y estoy exagerando ¿Qué me dice de esto?: Rubalcaba fue ministro de F. González ,de educación y de la Presidencia, diputado, por Toledo, Madrid y Cádiz, más tarde ministro con Zapatero de interior y vicepresidente y finalmente Secretario General del PSOE…  y continúa siéndolo a pesar de su desastroso resultado electoral, el peor de la historia del PSOE, pero por lo visto no hay manera de forzarle a convocar un congreso, nunca es el momento oportuno, jaja. Cree usted que los militantes hubiesen tenido paciencia para soportar no ya los escándalos de corrupción sino paciencia para soportar los fracasos electorales de Rubalcaba o los anteriores de Rajoy.
Consciente de que lo que falla es el sistema, en concreto la falta de democracia del sistema, un gobedano no se cebaría en perseguir ni en encontrar culpables, de eso que se encargue la ley, si es que no está igualmente corrompida por la falta de democracia, sino que pondría el acento en democratizar a los partidos... en que no vuelva a pasar lo mismo en un futuro. Y, como parece que los partidos por el momento son renuentes a hacer cambios en este sentido como es natural, intentarían promover que se aprobase una ley para que de manera obligatoria la elección de listas para la Secretaría General de los Partidos de cierto tamaño se eligiesen de manera directa por los militantes, sin compromisarios ni delegados ni ningún otro artificio interpuesto. Paralelamente también sería deseable que los socios, de igual manera, eligieran en unas primarias, a los candidatos, o listas, para cualquier cargo público electo, eso incluye al candidato a Presidente del Gobierno de la Nación. De esa manera la corrupción política y la del partido tendrían más dificultades en coordinarse, pero también que un escándalo de un político no arrastrase al descrédito a todo el partido y viceversa, dotando de más estabilidad a la vida pública.
Así pues un gobedano no se borraría del partido en estas circunstancias sino que aprovecharía para reclamara a sus dirigentes la democracia interna. Tampoco consideraría que su enemigo son los militantes de otros partidos, particularmente los del otro partido mayoritario sino que vería la forma de crear una plataforma conjunta de “afectados” con el fin de recoger firmas para obligar a que el Congreso apruebe una ley que de manera obligatoria fuerce a la democratización de los partidos.
Y así es como un gobedano encararía el problema, de una manera práctica y asertiva. Puede que no lograse nada concreto en un primer momento, pero encauzaría la opinión pública por el camino del cambio centrando la discusión en lo importante.
Existe un pequeño problema que tendría que contemplar la ley de democratización obligatoria de los partidos, que afecta a los partidos muy pequeños, Sucede que si un partido es muy pequeño los grandes, incluso sindicatos u otros grupos, pueden, sin mucho esfuerzo, apuntar como militantes a los suyos propios de manera que pueden abortar cualquier intento de formar un nuevo partido que les haga la competencia o les importune de algún modo. Este riesgo se puede minimizar no obligándoles a acatar la ley hasta que tengan un número determinado de socios, o de candidatos en el parlamento o alcaldes o lo que se determine, en fin, se trata de permitir que los partidos pequeños se consolide y pueda defenderse de ataques maliciosos.
Tampoco estaría de más que las elecciones dentro de los partidos fuesen controladas directamente por algún cuerpo de la administración del Estado o por jueces. Los partidos no son fiables en asuntos electorales, esto se puso de manifiesto en las elecciones del PSOE ya mencionadas, donde no solo se falseó el censo sino que se introdujeron papeletas de manera fraudulenta a favor de Almunia, el candidato oficial y Secretario del Partido. Por otra parte, para evitar el que la gente se diese de alta sólo por intervenir en las elecciones de candidatos, habría que exigir para ello un mínimo de meses dado de alta y al corriente en el pago de la cuota. Igualmente no estaría de más que tanto el censo como el pago de las cuotas fuesen, si no de dominio público, que no veo porque no, al menos que estuviesen en conocimiento de un órgano estatal de control. Nos ponemos muy exigentes y minuciosos, con todo lo que tiene que ver con los procesos electorales, pero no controlamos en absoluto ni parece preocuparnos, el nacimiento del proceso electoral que no es otro que la elección de candidatos en el seno de los partidos.
De manera que le animo a actuar como lo haría un gobedano; no abandone a su partido, sea este el que sea, sería tanto como entregar el partido a los corruptos, sino que aliado con los de su partido, o con los militantes de otros partidos, por qué no,  al fin y al cabo en este asunto el enemigo está en su propia casa y es el mismo que el de los militantes de los demás partidos, participe en una recogida de firmas para obligar al Parlamento a discutir una ley de democratización de los partidos. O diseñe cualquier otra estrategia que lo logre. Puede que piense que no servirá de nada, pero reconocerá, que es mejor que no hacer nada y deprimirse, jaja.


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