(Nota: Este blog debe ser
entendido como el desarrollo y presentación de una idea, por ello, si es la
primera vez que lee sobre Democracia Real Gobedana, le recomiendo comenzar por
la primera página y continuar desde allí)
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Existe la peregrina idea, pero muy generalizada, de que la
Democracia actual procede de la democracia griega, cuando lo único que ha
heredado de ella es el nombre. ¿Quién no ha leído alguna vez lo de “demos”, pueblo y “cracia”, gobierno? Pero llevar las cosas
más allá es como creer que las alas de las aves son una evolución de la de los
insectos o las alas de los murciélagos una herencia de los pájaros, cuando se
han generado con toda independencia genética. La naturaleza “inventa”, una y
otra vez mecanismos y órganos, a veces similares a veces distintos, para que
los seres vivos superen problemas parecidos que les plantea el entorno. Es el
entorno lo que determina la existencia de dichos órganos. Las patas, los ojos,
las alas, etc., han aparecido muchas veces sobre a tierra partiendo de cero. De
la misma manera, nuestra democracia es una respuesta a una serie de necesidades
y problemas similares a los que tenían los griegos, en concreto la libre
iniciativa en la producción y hacerlo para los mercados, pero no hay un
continuo histórico entre nuestras democracias y la ateniense. Si queremos encontrar el origen de nuestra democracia debemos
buscarlo en cómo las ciudades elegían representantes para enviarlos a la Cámara
en Inglaterra; en la independencia de las colonias de Norte América ; en las revoluciones
Francesa Y Ginebrina, y otros muchos sucesos que la han ido conformando. Con
todo esto si que tenemos un continuo histórico, no así con la democracia griega
de la que nos separa un oscuro vació de dos mil quinientos años. Decimos esto para dejar claro que aquí no aspiramos a que la
democracia actual llegue a ser como la griega, tomándola como modelo sí o sí,
sin tener presente que nuestro entorno es, en muchos aspectos, distinto al suyo.
Tomar como modelo la democracia helena es puro idealismo irreflexivo y baboso,
por tanto, distorsionador a la hora de hacer un análisis teórico y muy
peligroso si pretendemos aplicarlo e imponerlo de manera práctica.
Continuemos por recordar que ningún modo de gobierno es mejor que cualquier otro, lo que sucede es que cada uno es el más adecuado para un sistema de producción y un momento histórico concreto. En este sentido una dictadura no es peor que una democracia ni la monarquía mejor que el feudalismo. El hecho mismo de que hayan existido otras formas de gobierno en el pasado justifica su necesidad. En todo caso podría justificarse un sentimiento de rechazo cuando los modelos de gobierno pretenden perpetuarse a pesar de que la sociedad ha cambiado. Pero igualmente se crea un rechazo en la población cuando se intenta, normalmente desde fuera, imponer un modelo de gobierno que está muy "por encima" del desarrollo productivo y social del país.
Continuemos por recordar que ningún modo de gobierno es mejor que cualquier otro, lo que sucede es que cada uno es el más adecuado para un sistema de producción y un momento histórico concreto. En este sentido una dictadura no es peor que una democracia ni la monarquía mejor que el feudalismo. El hecho mismo de que hayan existido otras formas de gobierno en el pasado justifica su necesidad. En todo caso podría justificarse un sentimiento de rechazo cuando los modelos de gobierno pretenden perpetuarse a pesar de que la sociedad ha cambiado. Pero igualmente se crea un rechazo en la población cuando se intenta, normalmente desde fuera, imponer un modelo de gobierno que está muy "por encima" del desarrollo productivo y social del país.
De manera que tampoco leerá
usted aquí, que la democracia es un logro de la humanidad ni tonterías semejantes;
como si las demás formas de gobierno no se pudiesen considerar, en su día y
puesto a repartir piropos, "logros de la humanidad".
Muchas personas tienden a pensar, desde el presente
democrático, que las anteriores formas de gobierno eran abusivas y aberrantes.
Es como no reconocer la importancia de las velas sólo porque ahora conocemos las
bombillas. La conveniencia de la emotividad para
juzgar el pasado sólo se justifica para mantener vivo el deseo de no volver a fórmulas
ya obsoletas. Aunque justificable y conveniente este rechazo popular para la supervivencia, como todos los odios y los amores,
reconocerá que no es muy racional. Aquí no debemos dejarnos llevar
por la emotividad ya que enturbiaría mucho nuestro análisis. Por principio, todas las formas de gobierno son igualmente dignas de estudio y consideración,
como lo son todos los seres vivos para un biólogo. Aclarado esto ya podemos
olvidarnos de hacer literatura demagógica e intentar una
definición objetiva de democracia.
Pero definir es en sí mismo una falsedad ya
que desde el punto de vista evolutivo todo lo vivo está sujeto al
cambio, de manera que las definiciones están condenadas tarde o temprano a
quedar obsoletas. Pero somos seres humanos y sólo nos sentimos cómodos haciendo
“fotografías” del mundo que nos rodea. Congelar la realidad nos hace sentir que vivimos
en un mundo estable lleno de objetos invariables, pero es sólo un espejismo,
nada permanece… Aún así, en aras de la claridad, y como no se nos ocurre nada
mejor, nos vamos a permitir el pretencioso lujo de definir algunos términos. Espero se nos disculpe por ello.
Empecemos por definir “Modelo de Gobierno”
como "la manera en que una sociedad toma
decisiones políticas, en concreto, quién o quiénes deciden y cómo toman esas
decisiones". Ahora ya podemos definir “Democracia” como "una forma de gobierno basada
en la Discusión Pública y toma de decisiones mediante la Votación posterior de la población".
Todo cuanto hemos dicho hasta aquí y digamos en adelante tiene
que ver con esta definición, de modo que, como en algunas ceremonias de matrimonio, conviene que se diga ahora a sí mismo si tiene algo en contra de ella o calle
para siempre…
Bromas a un lado, en nuestra opinión, se trata de una
definición muy práctica, ya que nos permite averiguar si la
democracia está aumentando o disminuyendo en un país concreto y, además, comparar
el nivel democrático de distintos países. Una sociedad será más democrática
cuantas más decisiones políticas se sometan a Discusión Pública con Votación
posterior y cuanta mayor sea la proporción de personas con derecho a votar, en
relación al total de habitantes de la nación.
Por supuesto, la Democracia Representativa actual
entra dentro de esta definición, si bien por los pelos, ya que normalmente sólo
requiere de una sola Discusión Pública, que conocemos por el nombre de “Campaña Electoral”, y la gente privilegiada que participa en las decisiones políticas, a parte de
las elecciones, son unos pocos ciudadanos llamados "representantes políticos".
La Democracia Participativa, es más democrática que la Representativa, sencillamente porque permite que más asuntos puedan ser discutidos y posteriormente votados por más ciudadanos. Como decíamos es una definición muy práctica.
Bien entendido, como ya se ha dicho, que más democracia no significa algo mejor necesariamente para un país. Lo “mejor” para una sociedad es tener el nivel de democracia más adecuada para su desarrollo. Esto es lógico, puesto que una sociedad sólo debe aspirar, si no quiere crearse problemas inútilmente, a tener un nivel de democracia acorde con su desarrollo productivo y social. Repito, más democracia no es necesariamente, en un momento dado de su historia, una mejor forma de gobierno para un país. La conclusión es que un país debería concentrarse en tener un mayor desarrollo de su modelo productivo y ser lo suficientemente fluida para ir adaptando el modelo de gobierno a los cambios de la sociedad. Y, por si no he sido suficientemente pesado: El modo de gobernarse de un país siempre va, y siempre debe ir, por detrás de los cambios en la sociedad. Creer que cambiando el modelo de gobierno, sea cuál sea la sociedad, las cosas van a mejorar es como tirar de una planta para hacerla crecer, lo más seguro es que la arranquemos de raíz.
La Democracia Participativa, es más democrática que la Representativa, sencillamente porque permite que más asuntos puedan ser discutidos y posteriormente votados por más ciudadanos. Como decíamos es una definición muy práctica.
Bien entendido, como ya se ha dicho, que más democracia no significa algo mejor necesariamente para un país. Lo “mejor” para una sociedad es tener el nivel de democracia más adecuada para su desarrollo. Esto es lógico, puesto que una sociedad sólo debe aspirar, si no quiere crearse problemas inútilmente, a tener un nivel de democracia acorde con su desarrollo productivo y social. Repito, más democracia no es necesariamente, en un momento dado de su historia, una mejor forma de gobierno para un país. La conclusión es que un país debería concentrarse en tener un mayor desarrollo de su modelo productivo y ser lo suficientemente fluida para ir adaptando el modelo de gobierno a los cambios de la sociedad. Y, por si no he sido suficientemente pesado: El modo de gobernarse de un país siempre va, y siempre debe ir, por detrás de los cambios en la sociedad. Creer que cambiando el modelo de gobierno, sea cuál sea la sociedad, las cosas van a mejorar es como tirar de una planta para hacerla crecer, lo más seguro es que la arranquemos de raíz.
Según esta definición, la democracia no tiene necesariamente
que ver con la igualdad, los Derechos Humanos, la pena de muerte, si se respeta
mucho o poco el medio ambiente, si se permite el aborto o el matrimonio
homosexual, si se respeta o maltrata a los animales, etc. Puede o no, que estas
circunstancias se den en una democracia pero eso no la hace más ni menos democrática.
Por curioso e incómodo que le haga sentir a algunos, según esta definición, la pena de
muerte es más democrática allí donde existe y se ha votado directamente por la
ciudadanía, como en USA, que la prohibición de ejecutar seres humanos en los
países donde no se ha realizado ningún referéndum específico al respecto, como sucede en la mayoría de los países que forman la Unión Europea. Es el modo en que se lleva a cabo una
decisión política lo que la hace democrática, no la decisión misma. Entenderlo
es fácil, aplicarlo para evaluar los sucesos del día a día político, cuesta
mucho, muchísimo más...
Lo cierto es que esto se les olvida con facilidad a la
mayoría de políticos y demás ciudadanos, de manera que, por ejemplo, en un debate
parlamentario se da por buena la argumentación de que gastar dinero en un
carril para bicicletas es más democrático, o menos, que el ampliar la carretera
existente con un carril más para coches.
“Democrático” se usa por igual para señalar que beneficia al
mayor número de personas o a un grupo minoritario; que es algo nuevo o que
continúa con la tradición; para bajar los impuestos o subirlos; en fin, una
idea o la contraria pueden estar en la mente de la persona que emplea el
término "democrático" y en la de quién le escucha. Vaciado de
contenido concreto se emplea “democrático” como sinónimo de “bueno” y
“justo”; para señalar que algo es “malo” o “injusto” se emplea el término
“antidemocrático”, que viene a ser una desvalorización y un insulto, al que
suele seguir el de “totalitario” o “fascista”. Y, así, sin ningún pudor,
toman por democrático lo que piensan ellos y por no democrático lo que piensan
los demás; la democracia ha llegado a ser como Dios, siempre está con nosotros
y en contra de nuestros enemigos...
Repetimos; democrática es la manera en que se toman las
decisiones, no lo que se decide. Tener esto claro nos va a evitar muchas
discusiones inútiles y poder desenmascarar con facilidad a los manipuladores y demagogos de cualquier ideología.
La democracia no es ni puede ser una alfombra por la que la
sociedad caminará hacia donde cada uno de nosotros queremos que se dirija, o, de
lo contrario, dejaremos de ser demócratas al instante. Aceptar esto sin doblez ni duda es la
marca de un demócrata, lo contrario es ser un demócrata de salón.
Conviene que se pregunte, y se responda con sinceridad, antes
de seguir leyendo, si comparte la afirmación de que el método de decisión democrático
está por encima de la decisión misma. Este es un punto particularmente
conflictivo para las personas que se definen así mimas con fervor como de izquierdas, derechas, etc.
Ser demócrata no es necesariamente incompatible con ser de
izquierdas, conservador, liberal, ecologista, consumista, etc., siempre y cuando
la democracia, es decir, las reglas de juego, queden por encima de estas
ideologías.
Todo esto no excluye que futuros descubrimientos
científicos, tecnológicos o de organización productiva, lleven consigo cambios
sociales ahora imprevisibles, que a su vez generen fórmulas de gobierno ahora inimaginables
y la democracia quede obsoleta… pero eso nos queda muy lejos… démonos por
satisfechos si alcanzamos a visualizar la evolución de la Democracia
Representativa a la que aquí llamamos Democracia Participativa Gobedana. Lo que queremos
decir es que la Democracia Participativa no es el modelo final, ni hay porque reverenciarlo, como no
lo fue la monarquía, aunque en su época les pareciese a eruditos, filósofos y al propio pueblo, el súmmum de la
perfección.
Una vez aceptada la definición de democracia ya deberíamos poder pasar a discutir por separado los tres aspectos que la conforman, a saber, la
Discusión Pública, el voto y quienes pueden ejercerlo. Pero antes dos temas; tendremos que hablar de "la División de Poderes" que siempre se malentiende, al menos no se entiende como en la Democracia Participativa Gobedana. La otra es que debemos enfrentar dos universos, el representativo y el participativo... al igual que hemos marcado aquí una línea muy clara entre qué es democracia y qué no, y cuándo nos estamos comportando como demócratas y cuándo no, también tendremos que diferenciar con claridad cuando estamos pensando como gobedanos y cuándo como unos simples ciudadanos.
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